CÓMO TRABAJAMOS
(Método e ingredientes)
Nuestros procesos son totalmente manuales, tanto en la elaboración como en el envasado y etiquetado. No tenemos ninguna parte de la producción mecanizada y por lo tanto nuestra HUELLA DE CARBONO es mínima. Nuestros productos están registrados en la AEMPS (Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios), y por lo tanto notificados en el CPNP (Cosmetics Products Notification Portal) cuya referencia puedes ver en cada página de producto. Etiquetamos según el reglamento (CE) Nº 1223/2009. En él podrás encontrar un INCI (International Nomenclature of Cosmetic Ingredients) e información de consumo preferente y posibles alérgenos. Trabajamos conforme a las BPFC (buenas prácticas de fabricación cosmética, ISO 22716).
Método del jabón artesano
Elaboramos nuestro jabón artesano por el método de saponificación en frío, proceso que conserva todas la propiedades de los aceites al no someterlos a altas temperaturas, y, que aunque alarga la curación del jabón, le dota de una propiedades inmejorables para la piel.
Trabajamos alrededor de 20 variedades que elaboramos en pequeños lotes todas las semanas. Formulamos el jabón con hasta seis aceites vegetales y un 10% de sobreengrasado, lo que nos garantiza como resultado unas piezas muy equilibradas con alta capacidad de acondicionado. El proceso de curación se alarga hasta las 6-8 semanas tras su elaboración en función de cada variedad. El corte, envasado y etiquetado se realiza de manera manual.
Método del champú sólido
Para nuestro champú sólido utilizamos un proceso distinto pero también manual. Elaboramos el champú utilizando tensioactivos (NO ETOXILADOS) naturales procedentes del coco, suaves y muy bien tolerados por la piel. Incluimos una fase oleosa en la que añadimos aceites vegetales vírgenes y de procedencia ecológica (jojoba, ricino, argán, oliva, aguacate, coco…etc.), una fase acuosa en la que infusionamos plantas en agua destilada (en vez de añadirlas en polvo) para aprovechar al máximo los principio activos de éstas y potenciar el resultado final. Y una tercera fase en la que añadimos principios activos para adecuar cada variedad a una tipología/s de cabello concreto (arcillas, polvos ayurvédicos, yogur, inulina, etc.).
Mezclamos e integramos todos los ingredientes a mano. Amasamos y enmoldamos también a mano. El consumo energético es mínimo y, por lo tanto, la huella de carbono que hay detrás de cada una de nuestras piezas es bajísima.
Método aceites corporales
Los aceites corporales de laMalvaflor son el resultado de la maceración de las distintas plantas en aceite de oliva virgen extra, aceite de almendras o aceite de girasol bio. Utilizamos distintos “vehículos” en función de las propiedades que queremos extraer de cada planta. Posteriormente, filtramos y mezclamos en su justa medida con otros aceites vegetales, como el de almendras, aguacate o zanahoria.
Maceramos caléndula, jazmín, lavanda, centella asiática, cola de caballo, abedul, romero y manzanilla.
Nuestros aceites corporales son 100% naturales, no incorporamos ni rebajamos con ningún aceite de procedencia mineral, de ahí que nutran e hidraten si taponar el poro, dejando que la piel respire y aportando los principios activos de cada planta.
Método aceites faciales
Nuestros faciales son el resultado del estudio y la combinación de distintos aceites vegetales, vírgenes y de procedencia ecológica. Combinamos aceites tan poderosos como el de pepita de uva, avellana, aguacate, argán, ciruela, albaricoque, etc. El resultado es un aceite muy puro, ligero, de fácil aplicación y con un alto poder nutritivo.
Método bálsamos
Nuestros bálsamos son una cuidada combinación de mantecas, aceites vegetales y aceites esenciales. En ellos no utilizamos agua, espesantes, ni gelificantes, por lo tanto no necesitan conservantes. Las texturas obtenidas son totalmente naturales, derivadas de la utilización de los ingredientes en sus adecuadas proporciones.
INGREDIENTES
Nuestras fórmulas se basan en dos pilares fundamentales: los aceites vegetales y las plantas. Utilizamos aceites vegetales de primera presión, en su mayoría vírgenes y de procedencia ecológica. Los utilizamos en porcentajes muy altos tanto independientes como combinados, buscando siempre sinergias potentes y efectivas para la piel.
Extraemos los principios activos de las plantas en macerados, utilizando como base aceites de oliva, almendras o girasol bio, en función de lo que queramos extraer de cada planta. Nuestros oleomacerados reposan unas 10 semanas en un ambiente propicio para la maceración. También elaboramos distintas infusiones, siempre con agua destilada y con la temperatura y tiempo de reposo óptimos.
ACEITES VEGETALES
Aceite de oliva [utilizado en jabón, champú, aceites corporales y bálsamos]: rico en Vitamina E, es un potente antioxidante, con propiedades regenerativas, calmantes y humectantes que previenen el envejecimiento de la piel.
Aceite de coco [utilizado en jabón, champú y bálsamos]: es rico en vitamina E y K y en ácidos grasos láurico, palmítico y caprílico. Restablece la barrera natural de la piel, retiene la humedad y nutre en profundidad.
Manteca de karité [utilizada en jabón, acondicionador y bálsamos]: rica en vitaminas A, D, E y F es muy utilizada en cosmética debido a sus maravillosas propiedades. Actúa como protector, se emplea para prevenir y tratar arrugas, mejora la flexibilidad de la piel, posee propiedades cicatrizantes, previene la aparición de estrías. Por sus propiedades antiinflamatorias es perfecta para su uso tras la exposición solar.
Manteca de cacao [utilizada en jabón, champú, acondicionador y bálsamos]: rica en antioxidantes polifenólicos y flavonoides. Por su riqueza en ácidos grasos, es perfecta para piel seca, para labios agrietados, combatir los signos del envejecimiento, alivia quemaduras y erupciones.
Manteca de mango [utilizada en bálsamos]: rica en ácidos grasos esenciales, vitaminas A y E y antioxidantes naturales. Retiene la humedad de la piel, reduce las arrugas, retarda la degeneración celular, es calmante y relajante, además de un buen cicatrizante y protector de las agresiones externas.
Aceite de ricino [utilizado en jabón y champú]: rico en omega 9 y vitamina E, proteínas y minerales. Posee propiedades antiinflamatorias, fungicidas y antibacterianas. Estimula la producción de colágeno y elastina, reduce la inflamación, reduce cicatrices y estrías, alivia picaduras de insectos, favorece el crecimiento de pestañas, favorece la circulación sanguínea hacia los folículos capilares permitiendo un crecimiento más rápido.
Aceite de almendras [utilizado en jabón y aceites corporales]: rico en omega 3 y 6, contiene antioxidantes y vitaminas E y B. Nutre y mantiene la piel protegida, reduce las estrías por su gran poder regenerador, es un gran aliado contra el cabello quebradizo, desnutrido y con puntas abiertas.
Aceite de jojoba [utilizado en champú, acondicionador, aceites faciales y aceite capilar]: en su composición hay un 97% de ceramidas que lo hacen muy estable al calor y la oxidación, conservando íntegras sus propiedades con el paso del tiempo. Es rico también en vitamina E, fotoprotector de la piel y cabello, y en ácido linoleico que actúa regenerando las células de la piel. Esto lo convierte en un potente reparador del cabello quebradizo y en regulador del sebo del cuero cabelludo. Esta misma capacidad seborreguladora, hace que sea ideal para pieles mixtas y grasas con tendencia acnéica. Posee propiedades humectantes y nutritivas, por lo que ayuda a prevenir las arrugas, mejora la apariencia de estrías y repara la barrera epidérmica.
Aceite de aguacate [utilizado en jabón, champú, aceite facial, contorno de ojos, bálsamos, aceites corporales y aceite antiestrías]: es rico en omega 3, 6 y 9 y vitaminas A, D, E y K que convierten a este aceite en un potente antioxidante, regenerador y rejuvenecedor de la piel. Es perfecto para pieles frágiles y secas. Regenera, fortalece, aporta elasticidad, evita las grietas y durezas. Al cabello le aporta brillo, lo fortalece, nutre y regenera.
Aceite de Argán [utilizado en jabón, champú, aceite facial y contorno de ojos]: se le conoce como el “oro líquido”. Posee un 80% de ácidos grasos esenciales, vitamina E y minerales que le dotan de propiedades como son que previene el envejecimiento prematuro, nutre en profundidad, repara las uñas quebradizas, aporta suavidad a la piel. Restaura la película hidrolipídica de la piel, neutraliza los radicales libres. Y, debido a su acidez, limita el desarrollo bacteriano sobre la piel. Repara el cabello dañado y le aporta brillo.
Aceite de rosa mosqueta [utilizado en jabón, contorno de ojos, bálsamos y aceite antiestrías]: es rico en ácido linoleico (omega 3) y linolénico (omega 6), antioxidantes y vitaminas A, C y E. Tiene un gran poder contra los radicales libres causantes del envejecimiento cutáneo, es cicatrizante, aumenta la elasticidad de la piel, alivia quemaduras y rozaduras, atenúa las líneas de expresión y nutre y repara la piel.
Aceite de pepita de uva [utilizado en aceites faciales y bálsamos]: uno de los principales beneficios de la uva es su riqueza en antioxidantes como polifenoles y taninos. Las sustancias antioxidantes son muy funcionales para el cuidado de la piel. Además, los flavonoides, son elementales en la circulación sanguínea y en la depuración de la sangre. Entre los polifenoles destaca el resveratrol, uno de los mejores elementos contra el envejecimiento. Es un aceite perfecto para pieles grasas, mixtas y maduras ya que regulan el equilibrio natural de la piel. Es regenerador, nutritivo y aporta elasticidad a la piel.
Aceite de avellana [utilizado en aceites faciales]: es rico en ácidos grasos esenciales, vitaminas A y E, magnesio, calcio y potasio. Aporta profunda hidratación sin aportar grasa, relaja la piel, regenera la dermis, mejora la apariencia de la piel seca, con eczema o dermatitis. Es ideal para pieles grasas ya que no tapona los poros y combate el envejecimiento.
Aceite de ciruela [utilizado en aceites faciales y bálsamos]: es rico en Omega 9 y 6 y vitaminas C, E y K y minerales como fósforo, calcio, potasio y magnesio y antioxidantes. Mejora la función protectora de la piel, por lo que es perfecto para pieles sensible. Posee efecto antiarrugas, protege de la oxidación, nutre y repara sin engrasar la piel.
Aceite de girasol [utilizado en aceites faciales]: rico en ácido linoleico, oleico y palmítico y vitamina E (antioxidante). Sus propiedades emolientes reducen la inflamación, retiene la humedad, mejora la tersura de la piel. Sus antioxidantes ayudan a eliminar los radicales libres y protegen del daño externo. Ayuda a combatir la aspereza y la irritación a la vez que reduce las arrugas y líneas de expresión.
Aceite de zanahoria [utilizado en aceites corporales]: rico en vitaminas A, E y carotenos que aportan elasticidad y luminosidad. Nutre, refuerza y rejuvenece la piel. Suaviza las arrugas marcadas, prolonga el bronceado además de reparar la piel tras la exposición solar. Aporta elasticidad a la piel mejorando su aspecto externo.
Aceite de calabaza [utilizado en aceite capilar]: rico en betacaroteno, vitamina E, C y B y minerales como el magnesio, hierro, selenio y especialmente zinc. Estos minerales hacen que sea un gran fortalecedor del cabello, estimula su crecimiento, aporta volumen, estimula la circulación sanguínea, regula el pH del cuero cabelludo por lo que ayuda a combatir la caspa. Retrasa el envejecimiento capilar, es ideal para pieles secas e irritadas ya que nutre la epidermis desde el interior, es purificante y renovador celular.
Aceite de brócoli [utilizado en aceite capilar]: es rico en vitaminas A, C y K, minerales y ácido erúcico (ácido graso que no contienen muchos aceites). Nutre e hidrata la fibra en profundidad sin volver pesado el cabello. Fortalece el folículo piloso, controla el encrespamiento por lo que es un buen sustituto natural de las siliconas. Aporta brillo y facilita el peinado. Nutre y regenera en profundidad por lo que es perfecto también para pieles maduras.
Aceite de albaricoque [utilizado en contorno de ojos]: contiene gran cantidad de vitamina A, B y E, ácido linoleico y oleico y carotenoides. Es un aceite ligero que se absorbe con facilidad. Sirve para todo tipo de pieles, es calmante, antiinflamatorio, antioxidante y emoliente. Tiene un gran poder de regeneración y mantiene la piel elástica y suave.
Aceite de cáñamo [utilizado en aceites faciales y aceite antiestrías]: es rico en ácidos grasos omega 3 y 6, en ácido gamma-linolénico, vitamina E, fósforo, potasio, sodio, calcio, hierro y zinc. Es un humectante natural, es decir, atrae y retiene el agua, minimizando las arrugas y líneas de expresión por lo que es perfecto para pieles maduras y secas. Además, posee gran poder antiinflamatorio y antioxidante, y es un excelente seborregulador por lo que está indicado también para pieles sensibles, grasas o acneicas.
Aceite de sacha inchi [utilizado en aceite antiestrías y bálsamos]: es rico en ácidos grasos insaturados y omega 3. Además, tiene el más bajo contenido en ácidos grasos saturados (6%) y alto contenido en vitaminas A y E. Ésta última se encarga de la regeneración de la piel. Debido a que puede penetrar profundamente, es capaz de reestructurar y proteger la piel. Es un potente antioxidante, además de regenerador, calmante y nutritivo. Es perfecto para pieles secas, dañadas, sensibles y cabellos deshidratados.
Aceite de camelia [utilizado en bálsamos]: es rico en ácido graso omega 6, ácido mirístico (forma parte de la membrana celular) y fitoescualeno (nutre y restaura la piel), ácido oleico y vitamina E. Por esto, el aceite de camelia previene la formación de arrugas, mantiene la elasticidad y ayuda a retener el agua natural de la piel. Es un potente antioxidante, de rápida absorción, muy nutritivo y regenerador. Alisa la piel y previene las arrugas. Es perfecto para pieles sensible, secas y cabellos dañados.
PLANTAS
Caléndula: rica en carotenos y flavonoides, esta planta de vivos colores anaranjados fortalece la piel, protegiéndola de agresiones externas y favoreciendo la formación de colágeno. Además, tiene poder antibacteriano y fungicida. Ayuda a retener el agua de la piel y tiene un gran poder antiinflamatorio y cicatrizante. Es perfecta para tratar heridas, rozaduras, quemaduras, eczemas, dermatitis y acné.
Centella asiática: rica en triterpenos y otras sustancias que actúan como defensas naturales de la piel. Además contiene taninos y fitosteroles. Destacan sus propiedades astringentes, antisépticas, antiinflamatorias y dermoprotectoras. Los triterpenos estimulan la producción de fibroblastos, células indispensables para reparar los tejidos dañados por heridas o desgarros, además de estimular la producción de colágeno. Todo esto hace que esta planta sea perfecta para reparar, proteger y reafirmar la piel.
Jazmín: muy rico en antioxidantes que protegen de las agresiones externas. Posee propiedades humectantes, calmantes, antiinflamatorias, antisépticas, analgésicas y estimulantes. Favorece la producción de colágeno, aportando firmeza y elasticidad a la piel.
Lavanda: es rica en taninos y flavonoides que la otorgan propiedades antimicrobianas, antioxidantes, astringentes y antiinflamatorias. Es, además, un gran repelente de insectos. Posee poder regenerante que ayuda a combatir problemas como psoriasis y heridas. Al ser un gran antioxidante ayuda a combatir el envejecimiento.
Malvaflor: es rica en taninos, mucílagos, malvina y vitaminas A, B1, B2 y C. Posee propiedades antiinflamatorias, laxantes, cicatrizantes, calmantes, digestivas y expectorantes. Es perfecta para tratar llagas, heridas y picaduras de insectos. Su alto contenido en mucílagos hace que regule, de manera apreciable, la pérdida de agua de la piel, manteniendo así la hidratación y flexibilidad de ésta. Además, su riqueza en taninos, la dotan de propiedades antioxidantes que protegen la piel de radicales libres, retrasando su envejecimiento.
Romero: es un potente antioxidante natural gracias a los diterpenos fenólicos que contiene. El ácido rosmarínico le dota de propiedades antiinflamatorias que le hacen perfecto para pieles sensibles y acnéicas. Posee propiedades tonificantes y energéticas por lo que es perfecto para el crecimiento capilar, fortalece el cuero cabelludo ya que favorece la llegada de nutrientes al folículo piloso. Además está aconsejado en cabellos grasos y con caspa.
Ortiga verde: rica en minerales como silicio, magnesio, zinc, hierro, vitaminas A, C, E y B. Es muy utilizada en tratamientos contra el acné y otras irritaciones cutáneas, así como para el cabello graso gracias al zinc que posee. Activa la circulación de la piel, es antimicrobiana y purificante. Ayuda a controlar la caspa, aporta brillo y frescura al cabello.
Menta arvensis: sus propiedades se las otorga el alto contenido en aceite esencial. Tiene un gran poder vasoconstrictor por lo que ayuda a reducir la inflamación, el picor y el dolor. Posee propiedades antisépticas, antibacterianas, descongestivas y refrescantes. Es ideal para pieles acnéicas y productoras de grasa. Mejora la circulación, proporciona alivio y descanso a las piernas cansadas. Alivia picaduras de insectos y calma las quemaduras solares gracias a su acción refrescante.
Abrótano macho: posee flavonoides, ácidos fenólico, cafeico, clorogénico, hidroxicumarinas y abrotaninos. Que le otorgan propiedades cicatrizantes, calmantes, astringentes y balsámicas. Es bueno para la dermatitis seborreica, ayuda a eliminar la caspa y es uno de los remedios más antiguos para combatir la alopecia.
Hamamelis: se le otorgan propiedades antiinflamatorias, cicatrizantes, antioxidantes y bactericidas debido a su alto contenido en taninos. Favorece la circulación sanguínea, ayuda a difuminar cicatrices en la piel y previene la pérdida de agua. Estimula los folículos capilares por lo que evita la caída del cabello a la vez que lo nutre y suaviza.
Té verde: su alta concentración en polifenoles, especialmente del tipo catequinas, hace de él un potente antioxidante. Así, el té verde, previene la formación de radicales libres en las células retrasando el envejecimiento. Posee también propiedades bactericidas y antiinflamatorias. Fortalece la capa protectora de la piel y mejora su elasticidad. Reduce la inflamación y alivia los daños producidos por el sol. Estimula los folículos pilosos por lo que fortalece el cabello, le aporta brillo y suavidad, reduce su caída y previene la caspa.
Cola de caballo: posee propiedades antioxidantes y emolientes que ayudan a disminuir el envejecimiento celular. También posee propiedades antiinflamatorias por lo que es perfecta para tratar psoriasis, eczemas y enrojecimiento. Promueve la producción de colágeno aumentando la elasticidad de la piel. Por su alto contenido en silicio, es ideal para cuidar y fortalecer el cabello, evita su pérdida a la vez que porta brillo y volumen.
Manzanilla: debido a su contenido en flavonoides posee propiedades descongestivas y suavizantes. Estabiliza y calma la piel, la relaja y la deja descansada. Posee, además, propiedades desintoxicantes, depurativas, calmantes y antiinflamatorias. Todo esto la hace perfecta para pieles sensibles. Calma el picor del cuero cabelludo, aporta brillo al cabello, lo fortalece y protege de los daños externos.
Nogal: rica en vitaminas y minerales como el calcio, fósforo, zinc y potasio. Gracias a su alto contenido en L-arginina, previene la caída del cabello, estimula su crecimiento ya que favorece la circulación sanguínea, y ayuda a cubrir las canas.
Salvia: es rica en diterpenos fenólicos y flavonoides. Su aceite esencial es muy eficaz contra bacterias y hongos. Mejora la circulación sanguínea y estimula la renovación celular, combate los radicales libres por lo que ayuda a combatir el envejecimiento. Ayuda a evitar la caída del cabello, elimina la caspa, aporta fuerza y brillo. Además, oscurece de manera natural el cabello.